jueves, 18 de febrero de 2010

Tensión sexual no resuelta: el caso del eusko-culebrón

Cuando estaba empezando a gestarse la íntima relación entre el PSE y el PP, Basagoiti dijo que mientras él quería amor, López sólo ofrecía sexo.

En el polvo lingüístico (primeras fricciones serias entre ambos partidos) a López se le ha escapado un jadeo en euskera y Basagoiti se ha mosqueado. Urkullu, oliendo los alientos euskéricos salidos de la boca de López en pleno acto sexual, permanece atento con la oreja puesta detrás de la puerta del dormitorio matrimonial del hogar de los López-Basagoiti.

A estas alturas del culebrón, todos sabemos que López y Urkullu se gustan, aunque lo nieguen delante de sus respectivas familias. Todos sabemos, entonces, que López piensa en Urkullu mientras folla con Basagoiti; y que Urkullu piensa en López cuando se lo monta en solitario. Esto se llama tensión sexual no resuelta, una herramienta narrativa que siempre da resultado en las series televisivas. Consiste en aportar obstáculos desde el guión para que una pareja de personajes que se siente atraída no logre materializar su deseo o, en el mejor de los casos, en retrasar el encuentro el mayor tiempo posible para mantener alta la atención del espectador.

En este caso, la mayoría de la sociedad vasca quería un pacto transversal (unión de índole amorosa) entre el PNV y el PSE. Lo que dio de sí la contienda electoral apuntaba a esta unión, a pesar de las falsas apariencias y negaciones a la mayor. Patxi López no quería ni mirar a Basagoiti, porque le parecía feo, rancio y conservador. Ibarretxe, por su parte, no quería mirar a López, porque le parecía feo, rancio y español. Urkullu, mientras tanto, jersey a rombos encima, paseaba su belleza de mitín en mitín, ofreciendo sus servicios al mejor postor. La cosa estaba difícil, pero las encuestas dijeron que los espectadores votantes deseaban con todas sus fuerzas la unión amorosa entre Urkullu y López.

Cuando todo parecía que iba a suceder según lo deseado, llegó el primer giro de guión: PSE más PP sumaron mayoría absoluta. Basagoiti se volvió loco de alegría y López cayó en desgracia: estaba obligado a casarse con el más feo. Es cuando los guionistas mataron a Ibarretxe para dar salida a las aspiraciones dramáticas de Urkullu. Basagoiti le pidió entonces matrimonio a López y López solo le ofreció sexo a Basagoiti (murmullos en la sala). Urkullu, en ese momento, se dio placer solo, con lágrimas en los ojos.

Ese oscuro objeto de deseo llamado Patxi, en posición central

La tensión sexual es evidente en este triángulo. Solamente se puede romper al final del culebrón, después de mucho sufrimiento y de emociones que se magnificarán como si nuestros personajes estuvieran en una casa del gran hermano. Urkullu y López se besaran apasionadamente en un abrazo donde solamente quepa el amor, el amor al poder.

Y Basagoiti tendrá que volverse a colocar el traje de cuero para jugar a lo de siempre.

2 comentarios:

feministo dijo...

:-)

Kez dijo...

:-]

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