domingo, 5 de septiembre de 2010

El país de los sordos (Nicolas Philibert, 1992)

Diez años después de realizar "El país de los sordos" (1992) Nicolas Philibert sorprendió al público y a la crítica con el documental “Ser y tener”, donde la historia que se nos cuenta nos introduce en la escuela rural francesa y en la labor e interrelación cotidianas de un profesor con sus alumnos.

“Ser y tener” (2002) constituyó desde su estreno en salas todo un milagro económico del cine de no-ficción. Durante varias semanas pudo presumir de tener cifras recaudatorias de ficción. En Francia, nacionalidad de la película, tuvo un millón y medio de espectadores, mientras que en los países más grandes de Europa los espectadores rondaron los 200.000 por país.


El modus operandi de Philibert con “Ser y tener” es el mismo que en "El país de los sordos" y que en otros de sus anteriores trabajos: ubica al espectador en un nivel muy similar (el mismo, obviamente, sería imposible) en el que se encuentra el propio autor. Philibert argumenta que no busca “instruir al espectador desde una atalaya de un saber preexistente, de una posición de experto”. (en BRESCHAND, J. El documental: la otra cara del cine). Más bien, el director francés milita en la posición contraria:

Antes de hacer una película, cuanto menos sepa yo sobre la cuestión, mejor. Esta actitud tiene una ventaja: deja el campo libre al surgimiento de mi subjetividad, al encuentro y, finalmente, al cine. 

Esta aproximación a un tema, desde una posición de poder alejada del saber previo ubica a Philibert en una concepción cinematográfica bien distinta a la de otros autores, necesitados de empaparse meses, incluso años, del tema en cuestión, antes de empezar el rodaje. Bien es cierto que este riesgo previo de aventurero explorador deviene después en horas extra en el proceso de tejer el discurso definitivo en la sala de montaje, en un trabajo minucioso de vaciado de contenido desde la ingente cantidad de horas filmadas en esa espera y búsqueda del encuentro, que citábamos más arriba con la reflexión del propio Philibert.

Es evidente que Philibert siembra en el rodaje y cosecha en el montaje; es decir, que en el rodaje busca, pero que hasta el montaje no encuentra. En "El país de los sordos", el autor nos acompaña de la mano en una incursión bella, sugerente y apasionante, al mundo de las personas sordas. Una delicia, se mire por donde se mire. 

Lo que buscó Philibert durante el rodaje y lo que encontró durante el montaje tuvo este resultado: "El país de los sordos"...

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