Lo primero es rescatar el término obrero de los escombros neoliberales, porque los obreros existen en tanto que haya una palabra en nuestro lenguaje que los designe. Y el término exacto es obrero, una palabra cuyo contenido alberga una acción cargada de ideología. El Poder gramatiza nuestro lenguaje y su reacción de sometimiento comienza, precisamente, con ese ejercicio donde reasigna una y otra vez los significados [las ideologías] que salvaguarden su perpetuación de manera natural. Entonces, los obreros; no los trabajadores; ni los empleados; ni ninguna otra ilusión semántica que extraiga de los obreros sus tres características primeras, que son el trabajo, la lucha y la dignidad. Entonces eso, los obreros. Y cuidado, porque cuando nos roben el lenguaje ya no quedará nada por lo que luchar.
También es hora de ponernos en guardia, sin un ápice de relajación, con respecto a los perros guardianes del Poder, los medios de comunicación. A través de ellos el Poder normaliza y normativiza el nuevo lenguaje: ellos han omitido varios términos: obrero, clase, burguesía, capital, y un largo etcétera, palabras cuyos significados y significantes nosotros sabemos que sí existen. El discurso televisivo es muy seductor [y no digamos ya el publicitario] incluso cuando lo que hace es neutralizar el trabajo, la lucha y la dignidad de los obreros. Se cuidará mucho de nombrarnos por nuestro nombre, y mucho más de retratarnos íntegramente en tanto que cuerpos que contienen trabajo, lucha y dignidad, las tres, al mismo tiempo y en el mismo espacio. Además, el ejercicio manipulador se acompaña de aderezos formales y atajos propagandísticos que terminan dibujando a eso que no llaman movimiento obrero como un viejo disco rayado de los 60 o los 70. Nadie está a salvo de esta constante seducción; y lo que obstruímos con cierto éxito desde el razonamiento crítico, más o menos izquierdista, termina accediendo y asentándose en nuestro lenguaje impostado por el lado de la emoción, ese arma que el Poder usa como trampolín amarillo que desemboca en la piscina sensacionalista, donde todos nos ahogamos, sin remedio, una vez caídos.
¿O es que se nos olvida que las empresas mediáticas son la maquinaria pesada de la ideología capitalista? ¿O es que se nos olvida que los obreros tenemos, cuando menos, una televisión en cada uno de nuestros hogares, donde se nos atiborra de ideología contrarrevolucionaria? Revolución, otra invisibilización. Y contrarrevolución. Y acción y reacción. Ese largo etcétera. ¡Qué cabrones! Nos estan ganando, haciéndonos creer en sus maquinas de imágenes que estamos empezando a ganar. La televisión, sobre todo, es una máquina castradora; anula toda acción e invisibiliza toda incitación a cualquier tipo de subversión. Su imagen preferida de lo que no llama obreros: ganado caminando por las calles vigilado por los pastores del Poder, los policias y demás grupos armados cuya violencia es constantemente legitimada. ¿Dónde? En los medios de comunicación.
Y así nos verán desde las televisiones hasta que rompamos los cercos mediático y policial. Cada individuo libremente mediatizado en sus casas nos continuará viendo en negativo, nos escuchará sin voz... Muchos de nosotros mismos nos seguiremos viendo así. ¿Te has dado cuenta de que por mucho que salgamos en la televisión lo hacemos sin voz? Fíjate en quién habla cuando nosotros estamos en la calle. Y así nos seguirán viendo mientras no rompamos los cercos. Cada individuo libremente mediatizado no nos ha visto trabajar, ni luchar, ni gritar por nuestra dignidad. Porque incluso cuando alguna vez el individuo libremente mediatizado ha tenido la oportunidad de escucharnos, se ha hecho el sordo; y cuando ha tenido la oportunidad de vernos integramente, se ha puesto una venda en los ojos. Que eso cambie; y que sea ya.
El Poder nos quiere sordos y ciegos, porque no se sació cuando nos entregamos a él medio sordos y miopes. El Poder lo quiere todo, porque el Poder solamente puede ser absoluto, aunque cada individuo libremente mediatizado haya crecido con la lección de la democracia bien aprendida; otra ilusión.
Nos quieren en [PAUSE], que no es más que una teoría, pero les daremos un [PLAY]. Acción.
Los obreros [PLAY]